Cuando estamos en casa quejándonos porque no nos gusta la comida que nos pone nuestra madre en el plato, deberíamos pensar que, en otros lugares del mundo, hay niños que se mueren de hambre porque no tienen que llevarse a la boca.
Cuando nos quejamos porque no queremos ir al médico, deberíamos saber que otros niño no pueden ir al médico ni tienen acceso a los medicamentos, por lo que mueren por enfermedades de todo tipo.
Y cuando nos quejamos por ir al colegio cada día, deberíamos darnos cuenta de que esa suerte no la tienen otros niños. Ellos no solo no pueden estudiar y aprender sino que desde muy pequeños son obligados a trabajar en condiciones de explotación para una empresa o, incluso, se les enseña a disparar un arma y se los envía a morir en una guerra.
Así que antes de quejarte tanto, piensa: ¿de verdad es tan malo por lo que te estás quejando?
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